Hola a tod@s!
Qué tal el fin de semana? Habéis ido a votar? Como no tengo ganas de
comentar nada sobre los resultados y las redes están bastante saturadas ya,
esto es todo en cuanto al tema elecciones por mi parte.
De lo que voy a hablar hoy es de mi experiencia en la muestra de artesanía
que se organizó como parte de la fiesta del Solsticio en la Casa del Barrio de
Carabanchel este sábado. Os acordáis de que en la primera entrada os hablé de
un mercadillo para el que estaba preparando muchas cosas? Pues este era. No me
voy a extender demasiado, tranquil@s.
Sobre las 10:30 llegué con mi compañera de puesto (podéis seguirla en
Instagram: srta_bohemia) y empezamos a montar. Fue un poco caos y recolocamos
todo unas cuantas veces a lo largo del día, porque era nuestro primer
mercadillo y llevábamos de todo un poco.
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En primera fila, Meduna la medusa moderna, a la que ya conocéis ;) |
Los puestos de los artesanos (del grupo de Artesanos de Carabanchel) fueron
muy variados, tanto en la variedad de piezas como en la experiencia de los
mismos: decoración navideña con elementos naturales, pendientes de madera,
colgantes de hueso y cerámica, libros, jabones, accesorios de macramé, nuestros
accesorios de ganchillo y portavelas...
Durante la mañana, en la Casa del Barrio hubo clases abiertas de zumba, conciertos,
juegos para niñ@s y aperitivos preparados por el grupo de consumo de allí, por
lo que el paso de gente era constante (aunque no a decenas, tampoco hay que
pasarse). Los niños correteaban y tocaban todo, algunas cosas les gustaban, y
entonces es cuando intervenían sus acompañantes: la mayoría te miraban y ponían
cara de “uy, cómo son” y seguían su camino. De vez en cuando alguna persona se
acercaba, te preguntaba algún precio y continuaba con sus cosas. Se oyeron
muchos halagos (“qué bonito esto”, “uy, qué difícil, yo no sabría hacerlo”),
que se agradecen, pero poco dinerillo! La mayoría de las ventas (si no todas)
se realizaron por la mañana y a la hora del aperitivo.
El producto estrella fueron los cuellos dobles de lana-terciopelo |
Hicimos la pausa para comer y por la tarde continuaron las actividades, con
talleres para niñ@s, encuentro de ganchillo y conciertos benéficos. Durante
estas horas acudió bastante gente, pero por el pasillo de la muestra de
artesanía apenas se detenían; hay que añadir que una gran parte de los
asistentes fueron adolescentes, así que entre unas cosas y otras las ventas
fueron muy bajas.
Hasta aquí lo que llamaría mi experiencia “física”. Lo más importante es lo
que se me pasó por la cabeza a lo largo del día. El día en general fue
entretenido y revelador. Me di cuenta de muchas cosas, algunas de las cuales ya
sabía.
El cuello de la izqierda cuesta 1,84€ por internet; qué precio puedo ponerle al de la derecha, hecho a mano, para poder competir con el otro, cuando solamente la lana me cuesta varias veces más? |
Está claro que no todo el mundo puede permitirse
comprar cosas hechas a mano, sobre todo cuando en cualquier mercadillo tienen
12583 puestos iguales, con las mismas cosas, hechas de forma industrial por unos
precios mucho menores que los tuyos. Hay que intentar, dentro de lo posible,
ajustar el precio para que lo que vendes sea asequible a más gente. El problema
es que no puedes bajar tanto los precios como para competir con lo anterior;
llega un punto en que empiezas a sentir que tu trabajo no vale nada, y que
prefieres quedarte las piezas para ti que venderlas por tan poco. Por eso,
también hay que saber que hay un público que busca cosas diferentes, que valora
el esfuerzo y la originalidad, y es en ese público en que hay que centrarse
para no infravalorarte a ti mism@.
Con lo que os comentaba antes de las reacciones de la gente hay que tener mucha paciencia. Con mirar solo un momento la cara de alguien cuando coge una pieza puedes ver si le gusta o no (aunque luego te diga lo contrario o no te diga nada). Me encantaba ver la cara de las abuelitas (a las que llamaba “el público experto”) cuando cogían una bufanda o un salvamanteles de ganchillo y le daban mil vueltas para ver cómo lo había hecho; a ellas les puedo permitir que me lo critiquen, porque saben de lo que hablan. Luego estaba la gente que miraba y tocaba y te comentaba lo difícil que le parecían esas cosas, que les gustaría aprender... Otras personas, al preguntar el precio, te decían que no. En algún caso, al darse la vuelta comentaban por lo bajo con su acompañante que les parecía “caro para lo que es”, estando tú a su lado... Pero el colmo es la gente que, cuando les dices el precio, se ríen en tu cara... Entonces es cuando te atas las manos a las piernas y te coses la boca para no contestar. Por favor, un poco de respeto!!
Por todo esto recomiendo a cada persona que, antes de juzgar el trabajo de alguien sin saber, se busque un hobby que implique usar el cerebro y las manos para crear algo y que, conociendo el trabajo que le ha costado llegar hasta el resultado que tiene en sus manos, trate de ponerle un precio que sea justo, aunque sea solo para probar. No será fácil. A mí me cuesta mucho y lo paso mal, pensando qué precio poner a cada pieza que sea justo para ambas partes. Así que, al menos, intentadlo.
Por mi parte, nada más que añadir. Me llamaréis mentirosa, porque había dicho que no me iba a extender, pero al final se me han calentado las manos y ya veis...
Si habéis llegado hasta el final, enhorabuena por vuestra paciencia y muchas gracias por leerme! Os veo en la próxima ^__^